“The sky above the port was the color of television, tuned to a dead channel.”
― William Gibson, Neuromancer

Para el año 2028, la televisión murió y resucitó; después volvió a morir, para finalmente renacer como la hidra de 7 cabezas, que por cada cabeza que le cortan, nacen 2.

La primera muerte.

Tras la explosión de los servicios OTT (Over-the-top) se vivirá una balcanización de los servicios de streaming, casi que cada productora, distribuidora o ISP contará con una plataforma digital de entrega de contenidos. De tal forma que para los usuarios se volverá imposible pagar por toda la oferta de servicios, provocando la ruptura del esquema conocido hasta ahora de distribución. Los cord-cutters y los cord-never seguirán creciendo, lo que generará un  cisma para los tradicionales operadores de servicios.

Resultado de lo anterior las productoras entraran en crisis, mientras buscan modelos que permitan monetizar sus contenidos, teniendo que encontrar la manera de establecer relaciones directamente con sus ahora clientes-usuarios. Modelos de plataformas OTT con pauta, con pago por ver, modelos freemium, transmisiones en directo, deportes y contenidos exclusivos, entre otros, serán parte de las estrategias que cada nuevo operador empezará a explorar para solventar esta atomización de las audiencias.

Sin embargo, esto no será un impedimento para que los desarrollos tecnológicos y las exploraciones narrativas sigan buscando nuevas formas de conectar con las audiencias.

La primera resurrección.

Después del proceso anterior en el cual cada productora intentó generar su propia plataforma OTT, se dará en una especialización entre empresas: unas que serán capaces de mantener una plataforma de distribución de contenidos, generando esquemas de monetización en torno a esto; y otras dedicadas exclusivamente a la producción de contenidos, algo que tiene un paralelo con el actual esquema de distribución.

Todo esto con el afán de poder mantener las premisas de las plataformas de distribución: contenido en cualquier lugar, continuidad de reproducción, recomendaciones personalizadas, consumos en cualquier pantalla.

La línea divisoria entre la televisión que llega por cable y lo que se consume vía OTT seguirá desapareciendo, los aparatos de televisión cada vez integrarán de manera más natural la capacidad de consumir estos contenidos, de tal forma que será indistinguible cual es el origen del contenido. La brecha entre los usuarios no solo estará dada por los contenidos, sino por la forma de consumo de estos.

Paralelo a esto nuevas formas narrativas empezarán a surgir, por ejemplo, no se contará con un relato único el cual tenga la estructura aristotélica tradicional, sino que las narraciones se irán construyendo dinámicamente y de forma personalizada de acuerdo con el perfil de cada usuario, cumpliendo la promesa de la narrativa emergente de Henry Jenkins. En un principio se pedirá a los usuarios que estos seleccionen el derrotero por el cual quieren que siga la historia y de acuerdo con unas opciones preestablecidas se verá el siguiente contenido -como en los libros de elige tu propia aventura- sin embargo, esa idea pronto mostrará su futilidad, ya que anula la inmersión que se necesita para poder disfrutar una historia. Este modelo pronto será reemplazado por un esquema de Inteligencia Artificial en el cual las plataformas van aprendiendo de los gustos del usuario, para que, de forma transparente, las historias emerjan orgánica y naturalmente frente a los ojos de los usuarios, de acuerdo con los contenidos pregrabados.

Esta nueva forma de contar historias en un principio no será bien recibida, pero los productores verán la ventaja de poder contar universos narrativos en los cuales podrán crear una cantidad de contenidos e historias infinitas, descubrirán que de esta forma no hay personajes secundarios y que para diferentes usuarios cada personaje será capaz de ser el protagonista de su propia historia -con las ventajas de mercadeo que tiene- y sobre todo con la capacidad de poder perfilar los gustos de consumo de cada usuario, estos caerán rendidos ante esta nueva experiencia narrativa.

La segunda muerte

Sin embargo, estas nuevas experiencias narrativas, sumando al monopolio global que establecen las empresas distribuidoras, las cuales prácticamente dictarán el alcance de los contenidos, generará una nueva crisis. Los usuarios se tornarán apáticos, los servicios de tv se volverán costosos y los contenidos globalizados no emocionarán a todas las audiencias, se empezará a desarrollar cierta nostalgia por las obras monolíticas en las cuales todos los usuarios compartían una misma experiencia televisiva, las que eran capaces de congregar grandes públicos , generar teorías, especulaciones, fans y demás cosas que se perdieron con el tiempo.

Esta forma global de distribución además acabará con las producciones locales donde todos los contenidos estarán homogeneizados, se perderá el sabor autóctono. Los usuarios se refugiaran en contenidos producidos con menos presupuesto y más localizados, en aras de encontrar lo que se perderá con esta globalización.

Por su parte las empresas productoras de contenido y las distribuidoras, experimentarán con todo tipo de formatos en aras de recuperar las audiencias perdidas, estas  se refugiarán en formatos novedosos como la realidad virtual o se volcarán a una corriente de videojuegos episódicos que de alguna manera se convertirán en la nueva televisión.

La televisión nuevamente entrará en crisis

La segunda resurrección

La televisión se convertirá en muchas cosas, y casi que se hablará de ella como una forma genérica de contenidos audiovisuales, que se consumen en cualquier tipo de plataforma, conviviendo muchos tipos de formatos y narraciones.

Microformatos que tiene una gran acogida ya que son narraciones muy cortas, como haikus audiovisuales que se consumen rápidamente en cualquier dispositivo, algunos de estos contarán historias independientes, otros tendrán estructuras episódicas  -convirtiéndolos en pequeños seriados-  que contaran con mucha aceptación; algunos de estos a pesar de tener una estructura que puede ser consumida de manera lineal, a veces harán parte un universo narrativo que brindará diferentes formas de consumo para los usuarios y finalmente estos microformatos se usarán para completar otras historias más grandes como parte de una estrategia transmedia.

Volverán las grandes series como una estrategia para recuperar la audiencia, además dispondrán de grandes presupuestos. Los nuevos dispositivos de reproducción y las altas velocidades de internet, por fin cumplirán la promesa del cine en casa. Y aunque parecía que las historias que atrapan millones de usuarios habían muerto, se verá un renacer de estas, además en un esfuerzo por la nostalgia, estas seguirán siendo episódicas, pero para saciar la ansiedad por el consumo de contenidos, diariamente se liberarán contenidos alusivos a las series que -aunque no son necesarios- daran  información complementaria a la narración principal.

Para las audiencias más jóvenes las narraciones emergentes lograran posicionarse, estás encontraran un nicho no en las series con personajes reales, que generaban altos costos; sino en series de animaciones 3D, las historias se construirán en tiempo real, el funcionamiento será totalmente transparente para los usuarios, se empezará a ver una serie y de acuerdo a un conjunto de factores, como horas de consumo, perfil de usuario, reacciones que se toman de las cámaras de los televisores, actividad en redes, etc. las historias se irán desarrollando y generando al vuelo, produciendo el suficiente enganche para ser totalmente atractivas. Aunque en un principio los relatos serán un poco torpes, los algoritmos de aprendizaje logrararán en poco tiempo solventar estos escollos, y prontamente empezarán a construir narraciones muy coherentes y poderosas que lograrán atrapar a las audiencias. Una nueva moda aparecerá entre los usuarios: serán largas maratones de visualización de estas historias, en las cuales los usuarios conectados en tiempo real compartirán las diferentes e intrincadas variaciones que van construyendo los algoritmos -dando diferentes desenlaces- en una historia el protagonista se convertirá en un héroe, en la otra en un villano; para un usuario, la historia se convertirá en un drama, para otro en una comedia, estas maratones generarán horas y horas de consumo, facilitando el placement de productos de acuerdo a los gustos del usuario, haciendo felices a los productores y anunciantes.

Nuevas profesiones surgirán, ingenieros narrativos, científicos de historias, analistas de emociones, etc. Paralelo a esto y en plataformas parecidas al extinto youtube, usuarios entusiastas seguirán produciendo contenidos con recursos propios , los cuales rápidamente serán contratados por las casas productoras; los videojuegos harán parte del consumo habitual de contenidos audiovisuales, y casi no existirá diferencia con la televisión, tal vez el único rasgo diferencial serán los niveles de inmersión e interactividad, la realidad aumentada seguirá creciendo logrando posicionarse en un nicho de la población, pero sin llegar a ser un producto masivo. El televisor -como aparato físico- será el centro de las salas de todos los hogares, en el convergerán todas las soluciones de la última década, los parlantes inteligentes, los servicios de domótica, el comercio electrónico y demás vivirán en el dispositivo que seguirá siendo el gran agregador de historias de la sociedad.